Lo que comenzó como una historia de ciencia ficción publicada en 1957, terminó siendo una de las más poderosas metáforas de la resistencia civil en América Latina. El Eternauta, la historieta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, trascendió el género para convertirse en un símbolo político y cultural en Argentina, sobre todo durante la represión militar de los años 70.
Ambientada en Buenos Aires, la obra narra cómo una nevada letal y extraterrestre obliga a un grupo de ciudadanos comunes a organizarse para sobrevivir. Pero más allá de su relato apocalíptico, El Eternauta representa el espíritu de lucha colectiva frente al autoritarismo. Mientras sus protagonistas enfrentaban una amenaza foránea, su creador enfrentaba la brutalidad interna de una dictadura real.
En los años 70, Oesterheld se alineó con el movimiento Montoneros, lo que lo convirtió en blanco del régimen militar que tomó el poder en 1976. Fue secuestrado y desaparecido en 1977, junto con sus cuatro hijas, también militantes. Su destino final nunca fue esclarecido. Su historia personal quedó inseparable de la de su obra.
Durante la dictadura, El Eternauta fue objeto de censura. Su contenido fue interpretado como una crítica directa al poder militar, especialmente en su segunda versión de los años 70, donde el mensaje político era más explícito. El cómic fue retirado de circulación y perseguido como “literatura subversiva”.
Hoy, con su próxima adaptación por parte de Netflix, la obra revive y cobra nueva vigencia. No solo como clásico de la ciencia ficción latinoamericana, sino como testimonio del poder de la narrativa para denunciar, resistir y recordar.