En el corazón de la capital mexicana, entre rieles activos de tren, casas improvisadas de madera y calles de cartón, cientos de migrantes venezolanos viven una de las crisis más silenciadas de la región. Sin poder avanzar hacia Estados Unidos ni regresar a su país, su situación se ha convertido en un limbo legal y humanitario.
Todo estalló el pasado 26 de abril cuando la embajadora de Venezuela en México, Stella Lugo, visitó uno de los principales campamentos en la colonia Vallejo, en medio de un operativo para reubicar a los migrantes. Su presencia generó polémica entre defensores de derechos humanos y solicitantes de refugio, quienes acusaron al gobierno venezolano de revictimizar a quienes huyen del régimen de Nicolás Maduro.
“Aquí no hay obligación de nadie con nadie porque ustedes tomaron su decisión”, dijo Lugo ante más de 400 migrantes, muchos de los cuales han solicitado asilo en México por persecución política.
Organizaciones como Venemex y Venezuela Somos Todos calificaron la visita de Lugo como una violación al Derecho Internacional, ya que las personas solicitantes de asilo no deben ser expuestas a autoridades del país que los forzó a huir.
Mientras tanto, la situación en los campamentos se vuelve insostenible. El operativo encabezado por el gobierno capitalino ha intentado trasladar a los migrantes a refugios, pero muchos temen represalias, condiciones precarias o incluso deportaciones.
“Nos dicen que es voluntario, pero sentimos que nos presionan para irnos”, denunció una migrante que vive con su hija pequeña en el campamento.
Aunque un amparo judicial ordena detener cualquier acción que vulnere los derechos de los migrantes, la tensión aumenta. La Coordinación de Movilidad Humana del Gobierno de la Ciudad de México ha logrado trasladar voluntariamente a unas 50 personas, pero más de 300 aún permanecen en el sitio, aferrados a la esperanza de regularizarse o reunir dinero para volver.
“Este es un problema estructural, no se resolverá solo con reubicaciones”, advierte Eunice Rendón, especialista en migración, quien llama a establecer soluciones duraderas como la inclusión laboral y la regularización.
La crisis no se limita a un solo campamento. En la última semana, otro asentamiento fue destruido por vecinos en la alcaldía Venustiano Carranza, mientras decenas de familias quedaron a la intemperie. Se estima que entre 8 mil y 10 mil migrantes, en su mayoría venezolanos, se encuentran varados en México sin opciones claras.
Las restricciones migratorias impuestas por Estados Unidos y la lenta respuesta de los gobiernos involucrados han creado una crisis sin rostro: la de quienes no pueden avanzar ni regresar, atrapados entre fronteras y promesas incumplidas.
Con información de France 24
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