Con un emotivo arribo a Boca del Río, Veracruz, concluyó con éxito la rodada “Rodando por la Vida”, una travesía ciclista de 420 kilómetros realizada por cuatro amigos que decidieron celebrar la existencia, la libertad y la amistad a través del esfuerzo físico y la solidaridad.
La aventura comenzó el 16 de mayo en el corazón de la Ciudad de México, específicamente en el Zócalo capitalino, desde donde partieron sin prisa pero con un firme propósito: llegar pedaleando hasta el puerto veracruzano. A lo largo de cuatro jornadas intensas, recorrieron ciudades como Tlaxcala, Perote y Xalapa, enfrentando retos físicos y mentales que pusieron a prueba su determinación.
La rodada no fue una competencia, sino una celebración. Los participantes, ciclistas recreativos sin aspiraciones de alto rendimiento, priorizaron el gozo de rodar al ritmo del cuerpo y del corazón. En promedio, cubrieron más de 80 kilómetros diarios, con el respaldo de un pequeño pero valioso equipo de apoyo que brindó asistencia logística, ánimo y, en los tramos más peligrosos, protección vial.
“Fueron cuatro días que parecían eternos”, expresó Alberto P. Gálvez, uno de los participantes y motor del proyecto. “Existieron momentos complicados, pero la camaradería y el trabajo en equipo lo hicieron ameno. Llegamos los cuatro sin mayores daños que el cansancio normal, y con el alma fortalecida.”
Más allá del esfuerzo físico, para Alberto esta rodada significó una prueba personal de resiliencia, pues representó un hito en su proceso de recuperación tras haber vivido una experiencia de secuestro. “Me ha servido para probar mi sistema físico, mental y emocional… esto fue una celebración de la vida en toda regla”, comentó.
Durante la travesía, quienes los acompañaron —ya fuera con porras, con hospedaje solidario, o como escolta en carretera— fueron parte vital del éxito de la jornada. La rodada, más que un evento deportivo, se convirtió en un testimonio vivo de que la amistad, la voluntad y el espíritu de comunidad siguen siendo fuerzas capaces de mover montañas… o, al menos, de recorrerlas.
“Rodando por la Vida” no fue sólo una ruta ciclista: fue un mensaje de esperanza, un homenaje a la libertad de elegir el propio camino, y una invitación abierta a celebrar lo más valioso que tenemos: la vida misma.
Por Manuel Zamudio, Zamudio Noticias