En México, no existe un dato oficial claro sobre cuántos hombres tienen hijos. Según el Censo 2020 del Inegi, se estimó que 21.2 millones de hombres se identificaron como padres de al menos un miembro del hogar. Sin embargo, esta cifra surge de deducciones indirectas, ya que a diferencia de las mujeres, a los hombres no se les pregunta directamente si tienen hijos vivos, si mantienen relación con ellos o si viven con ellos.
Esa omisión estadística también impide saber, por ejemplo, cuántos padres perdieron su empleo durante la pandemia o cuántos solicitaron su permiso de paternidad, un derecho laboral de cinco días que no es medido públicamente. Mientras tanto, sí se puede afirmar que nueve de cada diez mujeres que abandonaron la fuerza laboral en 2020 eran madres, porque ese dato sí se recoge en las encuestas laborales.
En países como Estados Unidos, Colombia o los de la Unión Europea, los hombres sí son encuestados sobre su paternidad. Saber cuántos padres hay y cómo ser padre afecta su vida económica o profesional es clave para diseñar políticas de igualdad.
La falta de medición de la paternidad en México no solo refleja una omisión técnica, sino una visión limitada de los roles de género. Si no se mide, no existe en las estadísticas. Y si no existe, no importa en las decisiones públicas.