El pingüino emperador, emblema de la Antártida, podría desaparecer antes de que termine el siglo. Un estudio reciente del British Antarctic Survey (BAS), publicado en Nature Communications: Earth & Environment, advierte que esta especie ha perdido el 22% de su población entre 2009 y 2024 en una región clave del continente blanco, incluyendo la Península Antártica y los mares de Weddell y Bellingshausen.
La especie, que depende del hielo marino para reproducirse, enfrenta una grave amenaza por el calentamiento global. La disminución prematura del hielo, esencial para que las crías se desarrollen, ha provocado que miles mueran al quedar expuestas al agua helada sin plumaje impermeable. Algunas colonias han colapsado por completo.
Los investigadores usaron imágenes satelitales para estimar el número de ejemplares, ya que el terreno inhóspito impide los conteos convencionales. El doctor Peter Fretwell advirtió que el declive observado “supera los peores escenarios” y si se repite en otras zonas, podría ser fatal para la especie.
La desaparición del hielo no solo afecta la crianza; también expone a los pingüinos a depredadores y dificulta el regreso de las madres desde zonas de caza. La distancia creciente entre el alimento y las colonias eleva el riesgo de inanición de las crías.
Estados Unidos ya declaró al pingüino emperador como especie en peligro en 2021, pero los expertos coinciden: si no se frenan las emisiones de gases de efecto invernadero, estas aves que han resistido más de un millón de años podrían no sobrevivir al siglo XXI.
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