Sentirse solo no es simplemente una emoción pasajera. Para millones de personas en el mundo, es una realidad constante que deteriora su salud física y mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado una advertencia global: la soledad es una amenaza creciente para la salud pública que puede llevar, literalmente, a la muerte.
De acuerdo con la OMS, más de 871 mil muertes al año están relacionadas con problemas derivados de la soledad. Lejos de ser solo una cuestión emocional, este padecimiento puede provocar ansiedad, depresión, enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos, deterioro cognitivo como demencia, e incluso suicidio.
Aunque afecta a personas de todas las edades, los adolescentes y los adultos mayores son los sectores más vulnerables. Ambos grupos, por distintas razones, suelen enfrentar etapas de aislamiento social, ya sea por falta de vínculos afectivos, cambios en su entorno o dificultades para adaptarse al mundo digital y sus formas modernas de interacción.
¿Qué está provocando esta epidemia de soledad?
Entre los principales factores que alimentan este problema se encuentra el exceso de virtualidad. Si bien las redes sociales y la tecnología nos conectan, también han sustituido el contacto físico y la convivencia cara a cara. Cada vez más personas confunden las interacciones en línea con relaciones reales, generando una sensación de desconexión en el mundo físico.
Además, el deterioro de los espacios públicos gratuitos y la percepción de que “para socializar se necesita dinero” han alejado a muchos de actividades recreativas que antes ayudaban a fortalecer los lazos comunitarios. La falta de ingresos, la inseguridad, la jornada laboral extensa y la vida acelerada también contribuyen a este aislamiento.
¿Se puede revertir la soledad?
La buena noticia es que sí. Existen estrategias efectivas para combatir la soledad, como:
- Establecer rutinas de contacto social, aunque sea mínimo, como saludar a los vecinos o acudir a actividades comunitarias.
- Practicar hobbies que involucren a otras personas, como clases de arte, deporte o voluntariado.
- Limitar el tiempo en redes sociales y priorizar encuentros cara a cara.
- Buscar apoyo emocional o psicológico en caso de sentir tristeza constante.
- Promover políticas públicas que fortalezcan espacios de convivencia y apoyo para sectores vulnerables.
Un problema silencioso, pero evitable
La soledad es un problema que no siempre se ve, pero que cobra vidas silenciosamente. Reconocerla como una condición que puede enfermar y matar es el primer paso para combatirla. La invitación es a hablar de ello, identificar a quienes la padecen y construir puentes, no muros.