En Hongcheon, Corea del Sur, un inusual centro de retiro llamado Prison Inside Me ofrece a sus visitantes una experiencia radical: encerrarse voluntariamente en una celda sin internet, celular ni contacto exterior.
Por 134 dólares la noche, los “prisioneros” se aíslan del estrés y la hiperconectividad. Entregan sus pertenencias, usan uniforme y se recluyen en espacios de 5 m² para meditar, escribir y descansar. No hay lujos, solo silencio, comida sencilla y tiempo para reconectar consigo mismos.
El centro fue creado por Kwon Yong-seok, un exabogado que trabajaba más de 100 horas semanales. Su objetivo: ofrecer una pausa a una sociedad marcada por el exceso laboral y altos índices de estrés y suicidio.
En un país con una de las jornadas laborales más largas del mundo, esta prisión voluntaria se ha convertido en refugio espiritual para muchos surcoreanos que solo buscan algo simple: respirar.