Formar una familia ya no es una prioridad para muchos mexicanos, especialmente entre los jóvenes, quienes cada vez más ven esta decisión como una carga más que como parte de su realización personal. Así lo advirtió la investigadora Ana Gabriela Ramírez Valencia, coautora del estudio “Cambios en las estructuras demográficas”, impulsado por la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos de Familia (REDIFAM).
El informe revela una transformación significativa en los hogares mexicanos, donde los núcleos familiares tradicionales disminuyen ante el aumento de hogares unipersonales o sin estructura familiar definida. Aunque la mayoría de las familias siguen siendo nucleares, crece la tendencia de personas que deciden no casarse ni tener hijos.
Ramírez Valencia explicó que la decisión de no formar familia ya no se debe únicamente a factores económicos, como el alto costo de la vivienda o la educación, sino a una visión cultural donde tener hijos se percibe como una limitación a la libertad individual. Incluso cuando se les plantea un escenario económico favorable, muchos jóvenes continúan rechazando la idea de la paternidad.
La experta advirtió que esta tendencia puede tener consecuencias serias, como el envejecimiento poblacional y el debilitamiento del tejido social. Además, señaló que la falta de redes familiares sólidas incrementa la carga sobre las mujeres jóvenes, quienes deben combinar el trabajo con el cuidado de adultos mayores ante la ausencia de políticas públicas robustas en salud y cuidados.
Finalmente, hizo un llamado a revalorar la vida familiar no sólo desde una perspectiva económica o funcional, sino como un elemento esencial para el desarrollo humano y comunitario, pidiendo políticas públicas que promuevan la natalidad y respalden la paternidad y maternidad en México.
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