Las bombas nucleares que devastaron Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 no solo dejaron un saldo humano de más de 200 mil muertos, sino que también imprimieron una huella profunda en la cultura japonesa, visible en el cine, el manga y la literatura. Personajes icónicos como Godzilla y Astro Boy nacieron de ese trauma colectivo, al igual que narrativas como Akira, Neon Genesis Evangelion y Ataque de los titanes, donde la destrucción masiva y las mutaciones se convierten en metáforas de la amenaza nuclear.
Para el historiador William Tsutsui, “Godzilla” encarnó en los años 50 los miedos abstractos a la radiación y a la energía atómica, mientras que novelas como Lluvia negra de Masuji Ibuse o Cuadernos de Hiroshima de Kenzaburo Oe abordaron las secuelas físicas, sociales y psicológicas de los bombardeos. Incluso desastres como el accidente nuclear de Fukushima o la enfermedad de Minamata han alimentado historias que conectan la catástrofe atómica con otros episodios de sufrimiento.
Esta producción cultural no solo refleja el dolor y la memoria de la guerra, sino que también plantea preguntas universales sobre la capacidad de la humanidad para autodestruirse. Como señala la escritora Yoko Tawada, “las armas atómicas no son solo un avance tecnológico, sino algo que acecha en el seno mismo de la civilización humana”.
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