Un estudio de Randstad revela que los jóvenes de la Generación Z permanecen en promedio 1,1 años en un mismo trabajo, muy por debajo de los 2 o 3 años de generaciones anteriores. A primera vista, parecería un problema de deslealtad, pero los propios jóvenes aseguran que la razón principal no es la falta de compromiso.
Según la investigación, el 68% de los que cambian de empleo aún se sienten motivados en su puesto, pero deciden moverse porque no ven oportunidades de desarrollo ni trayectorias claras dentro de las empresas. La presión de la inteligencia artificial, que ha reducido roles de entrada, también ha limitado las posibilidades de crecer en un mismo lugar.
En este contexto, la Generación Z busca empresas que ofrezcan aprendizaje, propósito y oportunidades de promoción reales. Para ellos, la rotación no es un acto de rebeldía ni impaciencia, sino la única vía para asegurar un futuro profesional sólido en un mercado laboral cada vez más competitivo.