El aumento del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a bebidas saborizadas amenaza con generar un efecto en cadena: precios más altos, caída en ventas y, en el peor de los casos, el cierre de miles de tienditas en México.
De acuerdo con la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), el nuevo gravamen podría reducir los ingresos de las tiendas de abarrotes entre 15 y 20%, lo que pondría en riesgo a 60 mil puntos de venta y 120 mil autoempleos. Para estos negocios, perder ventas de refrescos implica también una caída en compras adicionales, lo que compromete su viabilidad económica.
Las grandes embotelladoras, como Coca-Cola FEMSA y Arca Continental, también enfrentarán impactos. JP Morgan estima que deberán aumentar precios entre 11 y 12%, lo que provocaría una baja en volúmenes de entre 3 y 5%. Aunque cuentan con más herramientas de precios y portafolios diversificados, el contexto actual es más frágil que en 2014, cuando se aplicó el primer impuesto al refresco.
El banco estadounidense advierte que factores como el mayor peso de envases retornables —más sensibles a incrementos de precio—, un consumo débil y un entorno económico inestable, representan riesgos adicionales para las compañías. A ello se suma el impacto de fenómenos climáticos como huracanes y lluvias históricas que ya afectaron sus ventas en 2023, 2024 y 2025.
Sin embargo, el panorama no es del todo negativo. El Mundial de Futbol de 2026 podría impulsar el consumo y ayudar a recuperar volúmenes. Además, la industria ha avanzado en acuerdos más sólidos con The Coca-Cola Company, lo que podría amortiguar el impacto del impuesto a mediano plazo.