El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, vivió uno de los momentos más tensos de su carrera diplomática al dirigirse a la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Su discurso, en el que comparó la creación de un Estado palestino con “darle un Estado a Al Qaeda después del 11 de septiembre”, provocó una salida masiva de delegaciones y lo dejó frente a un auditorio con numerosos asientos vacíos.
Netanyahu insistió en que Israel “terminará la tarea” en Gaza y no permitirá la imposición de un “Estado terrorista”. Sin embargo, sus declaraciones chocan con la presión internacional que crece contra su gobierno, señalado de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional y enfrentando sanciones y reconocimientos crecientes al Estado palestino por parte de países como Francia, Reino Unido, Australia y Canadá.
Mientras el líder israelí hablaba, los abucheos y las críticas se hicieron sentir. Hamas calificó la escena de “una muestra del aislamiento internacional de Israel” y reiteró que Netanyahu debería enfrentar la justicia por crímenes de guerra. Aun así, Estados Unidos mantuvo su respaldo, aunque con una delegación de bajo perfil, mientras la Unión Europea analiza imponer nuevas sanciones.