La llegada de Javier Milei a la presidencia de Argentina ha generado un alivio palpable en gran parte de la ciudadanía, incluyendo a votantes que buscaban poner fin a los ciclos kirchneristas. Sin embargo, este ascenso del líder libertario no elimina las inquietudes y temores relacionados con el inédito experimento que él mismo ha denominado “el primer gobierno liberal libertario de la historia de la humanidad”. Este hito no solo marca la primera vez que un economista asume la jefatura del Estado argentino, sino también la primera vez que se promete un severo ajuste sin un respaldo significativo en el ámbito parlamentario y territorial.
La debilidad política del presidente Milei, evidenciada por tener solo el 15% de los diputados nacionales y menos del 10% de los senadores, plantea la pregunta de si su gobierno contará con el respaldo político necesario para enfrentar la grave situación del país y llevar a cabo las transformaciones profundas anunciadas. La estrategia de suplir la debilidad parlamentaria con apoyo popular puede ser válida hasta cierto punto, pero como pilar para la gobernabilidad podría resultar insuficiente.
La elección de ejecutores para llevar a cabo el ajuste fiscal anunciado también suscita preocupaciones, especialmente después de la búsqueda desesperada de un secretario de Hacienda. La confirmación de Carlos Guberman para este cargo plantea dudas sobre la coherencia entre el diagnóstico de Milei y la capacidad de implementar su visión, considerando la importancia de un ajuste fiscal del 5% del PBI.
El presidente electo parece buscar un baño de popularidad en su acto de asunción, optando por dirigirse a una multitud desde las escalinatas del Congreso en lugar de realizar el tradicional discurso ante la Asamblea Legislativa. Este gesto, destinado a reforzar su lucha contra la casta política, podría interpretarse como un menosprecio hacia aquellos que necesitará para la aprobación de leyes fundamentales.
El desafío de Milei es aún mayor debido a la limitada ventana de tiempo para ensayos y errores, a diferencia de experiencias anteriores como la de Carlos Menem en 1989. Aunque la reducción de gastos improductivos es un reclamo de parte del electorado, la incertidumbre económica y la necesidad de preparar a la sociedad para posibles desafíos son aspectos centrales en la agenda del nuevo gobierno.
En resumen, la era Milei comienza con un sentimiento de alivio en algunos sectores, pero los desafíos políticos y económicos planteados por este experimento inédito generan incertidumbre. La capacidad de Milei para tejer alianzas, gestionar la economía y abordar las preocupaciones de la sociedad serán aspectos cruciales en los próximos capítulos de esta nueva etapa política en Argentina.
Por: Staff