Mediante el uso de resonancia magnética funcional y estudios sobre neurotransmisores, los científicos han desentrañado los procesos cerebrales implicados en la mentira. Estos estudios muestran claramente que ciertas áreas del cerebro se activan más que otras al mentir o al recibir una mentira.
A medida que lees, notarás que la capacidad de mentir es una habilidad humana compleja que involucra una serie de procesos cerebrales delicados y variados, combinados con diversos factores psicológicos.
En este artículo, descubrirás cómo funciona el cerebro de los mentirosos, desde las áreas cerebrales implicadas hasta los neurotransmisores que juegan un papel crucial en la mentira.
Algunos datos
- Decimos un promedio de 2 mentiras al día, según un estudio del Journal of Basic and Applied Social Psychology. Otras fuentes indican que pueden ser 4 e incluso 20 en personas con ciertas patologías.
- La patología conocida como mitomanía, o mentira patológica, es un trastorno psicológico caracterizado por la mentira compulsiva sin un motivo aparente y sin obtener beneficios tangibles. Las personas con mitomanía mienten de forma exagerada, fantasiosa y repetitiva, incluso sobre asuntos triviales.
- Los hombres mienten más que las mujeres: según las situaciones y contextos, los hombres mienten 6 veces al día, mientras que las mujeres, 3 veces.
- Mentiras por edad: Los jóvenes mienten más que los adultos. Un estudio de la Universidad de Massachusetts encontró que el 92% de los adolescentes mienten a sus padres al menos una vez al día.
- En el ámbito laboral, las mentiras son comunes, especialmente en entrevistas o para evadir responsabilidades.
- También existen las “mentiras piadosas” que buscan evitar conflictos, y las mentiras malintencionadas, que buscan dañar o herir.
Así funciona el cerebro en la mentira
La mentira es un proceso complejo que involucra diferentes áreas del cerebro. Según estudios con resonancia magnética funcional, se ha descubierto que hay cinco áreas cerebrales que se activan de manera distinta al mentir en comparación con decir la verdad:
- Corteza prefrontal dorsolateral: Involucrada en la planificación y elaboración de la mentira.
- Cíngulo anterior: Detecta errores e incongruencias en la mentira.
- Ínsula: Procesa emociones negativas como vergüenza, culpa y disgusto.
- Hipocampo: Participa en la recuperación de información para evitar ser descubierto.
- Amígdala: Gestiona emociones como la ansiedad, activándose cuando se teme ser descubierto en una mentira.
Otras áreas que pueden intervenir en la elaboración y ejecución de una mentira incluyen el tálamo, que procesa la información sensorial, y el lóbulo temporal, responsable del lenguaje y la memoria verbal.
Los mensajeros químicos en la mentira
La mentira también implica una compleja interacción de neurotransmisores, que son mensajeros químicos en el cerebro que modulan funciones cognitivas, emocionales y de comportamiento relacionadas con el engaño:
- Dopamina: Asociada con la recompensa, la motivación y el placer. Niveles elevados pueden impulsar la búsqueda de beneficios personales a través de la mentira.
- Glutamato: Desempeña un papel en la planificación y control de la conducta durante la mentira.
- Serotonina: Regula el estado de ánimo, la impulsividad y la toma de decisiones.
- Noradrenalina: Se libera en respuesta al estrés, aumentando la atención y la respuesta de lucha o huida.
- Acetilcolina: Participa en la memoria, atención y aprendizaje, cruciales para la recuperación de información durante la mentira.
- GABA: El principal neurotransmisor inhibidor, ayuda a controlar la ansiedad y la impulsividad.
Estos neurotransmisores deben funcionar en armonía, como instrumentos de una orquesta, para que se produzca el acto de mentir.
Qué pasa en el cerebro de quien recibe la mentira
Cuando se plantea una hipótesis de mentira, el cerebro de la persona que recibe la información entra en acción para discernir si es verdadera o no. Este proceso, aunque rápido y automático, involucra varias áreas cerebrales y funciones cognitivas que trabajan juntas como un sistema de “contraespionaje”.
La detección de incongruencias es la primera línea de defensa del cerebro para identificar una mentira: el cerebro evalúa si la información recibida se ajusta a lo conocido, las experiencias pasadas y el modelo del mundo de la persona. Si algo no encaja, se activa una señal de alerta.
Además, el análisis del lenguaje, las palabras elegidas, el tono de voz, la fluidez del discurso y las expresiones faciales también son cruciales para detectar mentiras. La evaluación conjunta de estos elementos conduce a una decisión sobre la veracidad de la información, que puede ser consciente o inconsciente.
Es importante notar que este proceso no es infalible y que las personas pueden ser engañadas por mentiras bien elaboradas o por individuos con habilidades entrenadas.