Diez días después de que los talibanes retomaran el poder, Bibi Nazdana, de 20 años, escuchó angustiada que su caso de divorcio sería reabierto por la corte talibana de su provincia, Uruzgan. A los siete años, su padre acordó un matrimonio forzado con Hekmatullah para resolver una disputa familiar. A pesar de sus intentos de evitar el matrimonio y su eventual separación, los talibanes revocaron la decisión y la obligaron a regresar con su exesposo.
Nazdana, quien había logrado su libertad tras una dura batalla legal, se vio obligada a huir a un país vecino al recibir amenazas de que sería entregada a Hekmatullah por la fuerza. El Tribunal Supremo del Talibán defendió su decisión al argumentar que el matrimonio original nunca debió ser cancelado bajo la interpretación de la Sharia, ya que el exesposo no estaba presente en la corte en ese momento.
El régimen talibán ha reabierto numerosos casos del gobierno anterior, revocando decisiones bajo su estricta interpretación de la ley islámica. Las reformas judiciales del Talibán excluyen a las mujeres del sistema judicial, limitando su capacidad para protegerse legalmente. Abdulrahim Rashid, de la Corte Suprema del Talibán, afirma que el nuevo sistema se basa en la Sharia, que según él, es más islámica que las leyes anteriores.
Ex juezas como Fawzia Amini critican estas medidas, argumentando que los veredictos judiciales no deberían cambiar con el cambio de régimen. La situación de Nazdana es un reflejo de cómo el nuevo sistema judicial talibán impacta negativamente la vida de las mujeres, quienes enfrentan graves riesgos sin el debido respaldo legal y protección.
Nazdana, mientras tanto, sigue esperando ayuda en un país vecino, sosteniendo los documentos que prueban su identidad como mujer soltera y libre, cuestionando la falta de apoyo internacional para su situación.
Con información de BBC
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