El G20 concluyó en Río de Janeiro con un llamado urgente del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a alcanzar un acuerdo climático en la COP29 de Bakú. La cumbre, que reunió a las 20 economías más grandes del mundo, fue criticada por los escasos avances en temas ambientales y estuvo marcada por una nueva amenaza nuclear de Rusia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ausente en la cumbre, insinuó el posible uso de armas nucleares ante la escalada en Ucrania, generando preocupación en las potencias occidentales. Paralelamente, el texto final del G20 dejó mucho que desear en cuanto a la financiación de la transición energética y medidas contra la crisis climática, factores clave para la COP29, que sigue estancada.
Lula y Guterres urgen acción inmediata
Lula enfatizó que no se debe esperar hasta la COP30, que se celebrará en 2025 en Belém, en el Amazonas brasileño, para tomar medidas decisivas. Por su parte, António Guterres, secretario general de la ONU, declaró que “fracasar no es una opción” en Bakú, dada la magnitud de la crisis.
Un futuro incierto con Trump en el horizonte
El presidente estadounidense, Joe Biden, presente en la cumbre, destacó que “la historia nos está observando”. Sin embargo, la transición de poder en Estados Unidos a Donald Trump, conocido por su escepticismo climático, plantea un desafío para el futuro de los acuerdos internacionales sobre el medio ambiente.
La cumbre se llevó a cabo en un clima de protestas ciudadanas, donde miles exigieron mayores esfuerzos para combatir el cambio climático.