Los algoritmos de redes sociales no están diseñados para corazones rotos

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En la era digital, romper con alguien no solo implica dejar atrás recuerdos físicos, sino también lidiar con las huellas virtuales de una relación. Los algoritmos de redes sociales, esos sistemas invisibles que deciden qué vemos en nuestros feeds, a menudo terminan siendo un enemigo silencioso durante una ruptura. ¿Por qué? Porque estas herramientas, diseñadas para maximizar la interacción y mantenernos pegados a nuestras pantallas, no están codificadas para ser empáticas con nuestras transiciones emocionales.

Cuando terminamos una relación, es común buscar algo de distancia emocional, pero las redes sociales complican ese deseo. Un día después de la ruptura, podrías encontrarte con la imagen de tu ex etiquetada en una fiesta, o incluso enfrentarte a recuerdos almacenados por funciones como “On This Day” de Facebook o los “archivos” de Instagram. Estas experiencias no son accidentes, sino el resultado de algoritmos que priorizan patrones de interacción pasados, asumiendo que las conexiones humanas no cambian tan drásticamente como nuestras vidas emocionales.

El problema se agrava porque los algoritmos tardan en adaptarse. Según expertos, las plataformas necesitan recopilar suficientes datos nuevos para reconocer que una conexión ha cambiado, algo que puede tomar semanas o incluso meses. Mientras tanto, seguimos expuestos a contenido que puede reabrir heridas emocionales.

Humanizar lo inhumano

Un algoritmo, por definición, no tiene capacidad para entender matices humanos como el dolor de una separación. Esto crea un choque entre nuestras expectativas y la realidad de cómo funcionan las plataformas digitales. Aunque sería ideal que las redes sociales ofrecieran herramientas más adaptadas a estas situaciones, como filtros personalizados o archivos emocionales más organizados, el diseño de tales funciones plantea desafíos éticos y técnicos.

Por ejemplo, algunos usuarios podrían querer eliminar cualquier rastro de su ex, mientras que otros prefieren conservar ciertos recuerdos como parte de su historia personal. Diseñar una solución que satisfaga a ambos perfiles no solo es difícil, sino que puede abrir nuevas puertas a preocupaciones sobre privacidad y recopilación de datos.

¿La solución? Empoderar al usuario

Hasta que las plataformas implementen cambios significativos, la responsabilidad recae en los usuarios. Para aquellos que buscan sanar, borrar datos antiguos, bloquear contactos no deseados o incluso tomar un descanso de las redes sociales pueden ser estrategias efectivas. Sin embargo, esto no es una solución perfecta, especialmente en un mundo donde nuestras interacciones personales y profesionales están profundamente integradas en lo digital.

Si bien las redes sociales no fueron diseñadas para manejar rupturas, eso no significa que debamos resignarnos a su indiferencia. Como usuarios, tenemos el poder de exigir cambios, y como sociedad, debemos reflexionar sobre cómo equilibrar la tecnología con nuestras necesidades emocionales.

La próxima vez que enfrentes una ruptura, recuerda: aunque el algoritmo no esté de tu lado, tú puedes tomar el control de tu experiencia digital. Al final, sanar podría implicar algo tan simple como salir de Instagram, aunque sea por un tiempo.

Por: Raul D. Gatica

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