En el marco del Día del Niño, el abuso sexual infantil sigue siendo una de las mayores crisis de salud pública en México. Aunque la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) reportó una ligera disminución del 1.3% en los casos entre 2022 y 2023, las cifras siguen siendo alarmantes y reflejan solo una parte de una realidad profundamente subregistrada.
Según datos de la Secretaría de Salud y la Redim, desde 2010, los casos atendidos por violencia sexual en hospitales se dispararon más de mil por ciento. La mayoría de las víctimas son niñas y adolescentes, muchas veces agredidas por familiares cercanos, lo que complica aún más la denuncia y visibilización del problema.
Organizaciones como UNICEF y el Early Institute advierten que uno de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños en México han sufrido violencia sexual antes de los 18 años. El impacto de estos abusos es devastador, afectando su salud física, mental y emocional, y perpetuando ciclos de violencia difíciles de romper.
Expertos y organismos internacionales insisten en la urgencia de reforzar la prevención, mejorar la detección temprana, garantizar apoyo psicológico y fortalecer el sistema judicial para que las víctimas encuentren justicia efectiva.
Mientras tanto, la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes obliga a las autoridades a actuar, pero los desafíos culturales, judiciales y estructurales siguen retrasando la protección integral que merecen las infancias en México.
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