En Alemania, el caso de Sven Liebich, ahora registrado legalmente como Marla-Svenja Liebich, ha encendido el debate sobre la Ley de Autodeterminación de Género, vigente desde noviembre del año pasado. El extremista, condenado a 18 meses de prisión por incitación al odio, fue trasladado a una cárcel de mujeres tras declararse mujer sin necesidad de pruebas médicas ni cirugía, como permite la normativa.
La decisión ha generado polémica, ya que el propio Liebich admitió en redes sociales que realizó el trámite “para burlarse de las autoridades” y de la ley. Incluso llegó a interponer denuncias contra medios que lo nombraban en masculino, aunque los tribunales las desecharon.
La controversia crece porque la CDU/CSU y el SPD han acordado revisar los términos de la ley ante posibles abusos. Andrea Lindholz, vicepresidenta de la CDU/CSU, afirmó que el gobierno está “perdiendo el norte”, mientras que Alexander Hoffmann, jefe de la CSU, advirtió que la normativa “abre la puerta a fraudes en el cambio de sexo”.
El caso Liebich, un agitador conocido en la ciudad de Halle, es ahora símbolo del choque entre quienes defienden la autodeterminación de género como un derecho humano y quienes exigen candados más estrictos para evitar manipulaciones del sistema penitenciario y legal.