Aunque durante décadas el gobierno de Estados Unidos ha señalado a los cárteles mexicanos y latinoamericanos como los principales responsables del narcotráfico, una reciente investigación del periodista Jesús Esquivel plantea una perspectiva distinta: las drogas no se venden solas y detrás de su distribución en territorio estadounidense existen también poderosas redes locales conocidas como los “cárteles gringos”.
En su libro, Esquivel documenta que estas organizaciones estadounidenses compran al mayoreo los cargamentos de droga que cruzan desde México, y a partir de ahí se encargan de transportar, distribuir y vender los estupefacientes, además de lavar el dinero proveniente de esas operaciones. Según su investigación, estas redes incluyen pandillas y clubes de motociclistas como los Hells Angels, Latin Kings, MS-13, Bandidos, Border Brothers o Mongols, entre otros, con miles de miembros activos en todo el país.
A diferencia de los cárteles latinoamericanos, estas pandillas no tienen capos visibles ni estructuras paramilitares, operan de forma descentralizada y dominan territorios mucho más fragmentados, como barrios o cuadras. Sin embargo, la Administración para el Control de Drogas (DEA) y el Departamento de Justicia han reconocido que estas bandas representan una seria amenaza nacional, pues controlan el mercado minorista de drogas y generan enormes ganancias.
El exjefe de operaciones de la DEA, Mike Vigil, sostiene que aunque estas pandillas no pueden equipararse con los cárteles de México o Colombia en cuanto a violencia o capacidad de corrupción, sí tienen una amplia red de distribución. Por su parte, Steven Dudley, codirector de Insight Crime, explica que ambos grupos —latinoamericanos y estadounidenses— ejercen un control coercitivo sobre el mercado, pero los segundos carecen de la estructura transnacional y el poder para desafiar al Estado.
Para Esquivel, la diferencia no es la inexistencia de cárteles estadounidenses, sino la narrativa oficial que evita reconocerlos: “Si el gobierno de EE.UU. admitiera que tiene sus propios cárteles, perdería el argumento moral con el que ha justificado su guerra internacional contra las drogas”.
Con información de BBc