La decisión del director ejecutivo de Salesforce, Marc Benioff, de despedir a 4.000 empleados de su división de soporte y reemplazar gran parte de sus tareas con inteligencia artificial (IA) ha abierto un debate global sobre el futuro del trabajo.
Benioff defendió la medida señalando que la IA permitió reducir millones de solicitudes acumuladas de clientes desde 1999, mientras que ahora el 50% de las interacciones en la empresa son gestionadas por sistemas automatizados y el resto por trabajadores humanos. Los 5.000 empleados restantes se han convertido en supervisores y coordinadores de la tecnología, garantizando que los errores no afecten la atención al cliente.
Pese a los recortes, Salesforce asegura que los niveles de satisfacción se mantienen estables, lo que el CEO calificó como un “logro sorprendente”. Paralelamente, la compañía lanzó Agentforce, una plataforma para que otras empresas también sustituyan personal con agentes de IA, lo que ha generado aún más críticas.
El caso refuerza los temores sobre una ola de despidos tecnológicos que ya supera los 100.000 en los últimos años y ha reactivado discusiones sobre medidas como la renta básica universal. Además, expertos advierten que profesiones como la programación podrían ser las siguientes en riesgo, dado que los modelos de IA cada vez generan código con mayor rapidez y precisión.
Aunque las proyecciones apuntan a un gasto récord de 1,1 billones de euros en software empresarial en 2025, analistas recuerdan que existen límites técnicos y legales que impiden que la IA sustituya completamente a los humanos en áreas críticas.
El movimiento de Salesforce muestra los claroscuros de la era digital: eficiencia e innovación por un lado, pero también la incertidumbre de millones de empleos en riesgo.
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