La industria satelital en México ha experimentado un crecimiento exponencial, pasando de facturar 20 millones de pesos en 2018 a 1,288 millones al cierre de 2023, según el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Este incremento responde a la colaboración entre la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y empresas privadas como Starlink, que han permitido llevar conectividad a zonas remotas.
Starlink, de Elon Musk, se ha consolidado como un jugador clave gracias a tres contratos con CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos. Uno de estos acuerdos tiene un valor que podría alcanzar hasta 1,556 millones de pesos con vigencia hasta 2026. Su tecnología, que ofrece conectividad similar a la fibra óptica en áreas de difícil acceso, ha sido fundamental para reducir la brecha digital y apoyar en situaciones de crisis climática.
Otras empresas, como Globalsat y Stargroup, también han participado en el esfuerzo por conectar comunidades marginadas. Globalsat, en alianza con Starlink, ha obtenido acuerdos con la estatal para brindar servicios en sitios remotos, mientras que Stargroup, asociado con HughesNet, ha instalado hasta 8,000 puntos WiFi en zonas rurales.
Sin embargo, la dependencia de empresas extranjeras podría cambiar bajo la administración de Claudia Sheinbaum. La presidenta busca desarrollar un satélite mexicano que integre la conectividad al sistema nacional. Este plan, liderado por la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, aún carece de detalles sobre presupuesto y ejecución.
Especialistas como Jorge Moreno Loza consideran que, aunque la iniciativa de un satélite propio es ambiciosa, mantener colaboraciones con empresas privadas podría ser más viable económicamente. Además, sugieren que la conectividad satelital no solo se enfoque en acceso a internet, sino en impulsar sectores como la agricultura y la economía nacional, especialmente en un contexto de cambio climático.