Después de 61 años, la justicia de Corea del Sur anuló la condena de Choi Mal-ja, una mujer que a los 18 años fue sentenciada a prisión por morder y arrancar parte de la lengua de un hombre que intentaba violarla. El caso, considerado uno de los fallos más polémicos del país, se convirtió en un símbolo de la falta de reconocimiento a la legítima defensa en casos de violencia sexual.
En 1963, Choi fue condenada a 10 meses de cárcel por “lesiones corporales graves”, mientras que su agresor recibió solo seis meses de prisión suspendida. Décadas después, inspirada por el movimiento #MeToo, Choi reunió pruebas y pidió la revisión del proceso. En diciembre de 2024, el Tribunal Supremo aceptó reabrir el caso.
Este miércoles, un tribunal de Busan la absolvió, reconociendo el error judicial y los prejuicios de género de la época. “No podía dejar que este caso quedara sin respuesta. Quería defender a otras víctimas en la misma situación”, declaró Choi, hoy de 79 años, tras conocer el veredicto.
Organizaciones feministas celebraron la resolución, al considerarla un precedente para reconocer la legítima defensa de mujeres víctimas de agresión sexual. La defensa de Choi anunció que presentará una demanda civil contra el Estado para exigir una compensación.