Miles de personas salieron a las calles en España, Italia y Portugal para protestar contra el turismo de masas, al que acusan de elevar el costo de la vivienda, deteriorar el medio ambiente y desplazar a los residentes locales. Las manifestaciones incluyeron acciones simbólicas como rociar con pistolas de agua a turistas en Barcelona, hacer “paseos ruidosos” con maletas en Génova, y bloquear autobuses turísticos en Palma de Mallorca.
En Barcelona, los inconformes recorrieron la lujosa Milla de Oro con pancartas que decían “El turismo nos roba” y “Turistas, váyanse a casa”, criticando un modelo económico centrado en bares, hoteles y rentas temporales que, según denuncian, encarece la vivienda y margina a los ciudadanos. El domingo, la protesta llegó hasta la Sagrada Familia, donde fue contenida por una barricada policial.
En otras ciudades, como Lisboa y San Sebastián, las movilizaciones también apuntaron contra la especulación inmobiliaria y la falta de regulación. En San Sebastián, una de las ciudades más caras para vivir en España, los activistas corearon que el “turismo sostenible es un animal mitológico”.
Pese al descontento, el turismo representa más del 12% del PIB de España, y en 2024 las islas Baleares recibieron a más de 15 millones de turistas internacionales. Aun así, algunas autoridades comienzan a reaccionar: Barcelona planea eliminar los alquileres turísticos tipo Airbnb en 2028, e Ibiza ha comenzado a limitar los cruceros.
Las protestas se enmarcan en un creciente movimiento europeo que busca equilibrar la economía turística con el bienestar de los residentes. Mientras tanto, las llegadas internacionales a Europa siguen en aumento.
Foto: The New York Times