Delitos ambientales una nueva fuente de financiamiento
La biodiversidad del planeta es invaluable, pero su conservación requiere de recursos económicos significativos. Mientras el mundo conmemora el Día Mundial de la Vida Silvestre, la urgencia de financiar la protección de especies y ecosistemas se vuelve cada vez más evidente. Sin embargo, el crimen organizado ha encontrado en los delitos ambientales una oportunidad para diversificar sus ingresos, lo que representa una amenaza adicional para la fauna y la flora silvestre.
En América Latina, países megadiversos como Ecuador han visto cómo organizaciones criminales han incorporado el tráfico de especies y la minería ilegal como pilares financieros de sus actividades. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), estos crímenes generan entre 110,000 y 281,000 millones de dólares anualmente. La falta de regulaciones efectivas y sanciones severas permite que estos delitos prosperen con bajo riesgo para los infractores, facilitando el lavado de dinero y alimentando la corrupción.
Ante este panorama, expertos instan a fortalecer las capacidades de las instituciones encargadas de investigar y sancionar estos delitos. Talleres impartidos a guardaparques y policías en Ecuador buscan mejorar la preservación de pruebas en escenas del crimen para evitar que los casos se desmoronen en tribunales. Mientras tanto, biólogos y funcionarios trabajan en la rehabilitación de especies rescatadas, muchas de ellas víctimas del tráfico ilegal.
La conservación de la biodiversidad no solo es crucial para el equilibrio ecológico del planeta, sino también para la seguridad y estabilidad de las naciones. Frente al avance del crimen ambiental, cerrar la brecha financiera para la protección de la vida silvestre es una tarea urgente.
Foto: Cortesía de Ximena Ceballos (ONU) Mona Chorongo rescatada en la provincia de Morona Santiago, Ecuador.
