Cada 5 de junio, el mundo detiene su rutina para mirar de frente la realidad ambiental que enfrenta: degradación de tierras, escasez de agua, contaminación y pérdida de biodiversidad. Esta fecha, promovida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 1972, es más que una conmemoración: es una llamada urgente a la acción colectiva por la salud del planeta.
El origen del Día Mundial del Medio Ambiente se remonta a la Conferencia de Estocolmo, celebrada en 1972, donde por primera vez líderes globales discutieron la situación ecológica como una prioridad. Desde entonces, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global para sensibilizar, educar y movilizar a gobiernos, empresas y ciudadanos en torno a desafíos ambientales críticos.
Este 2024, el lema es la restauración de la tierra, con foco en la lucha contra la desertificación y la sequía. Arabia Saudita fue elegida como país anfitrión, escenario ideal para visibilizar las consecuencias del deterioro de los suelos en regiones áridas. Según la ONU, el 40% de las tierras del planeta están degradadas, afectando a más de 3 mil millones de personas, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria y provoca desplazamientos forzados.
A diferencia de otras efemérides, esta fecha se reinventa cada año con campañas temáticas y nuevas sedes que le dan voz a regiones afectadas. También ha impulsado políticas públicas, reformas ambientales y acciones ciudadanas como reforestaciones, limpiezas comunitarias y foros científicos. La juventud ha sido clave en su expansión, usando redes sociales como herramientas para exigir cambios y proponer soluciones sostenibles.
El Día Mundial del Medio Ambiente nos recuerda que el futuro no está garantizado y que cada acción cuenta. La urgencia es real, y el compromiso global es más necesario que nunca.
Foto: Limpieza de playas en Acapulco