Lo que debía ser una jornada de oración se convirtió en tragedia. Más de 30 personas murieron, entre ellas varios niños, y al menos 80 resultaron heridas tras el impacto de dos misiles balísticos rusos en el centro de Sumy, ciudad al noreste de Ucrania, justo mientras los fieles se reunían para celebrar el Domingo de Ramos.
El ataque ocurrió alrededor de las 10 de la mañana, en pleno corazón de la ciudad, donde decenas de personas se preparaban para la misa que marca el inicio de la Semana Santa. Las imágenes difundidas muestran escenas devastadoras: cadáveres en las calles, coches ardiendo y edificios destruidos.
El nuncio apostólico en Ucrania, monseñor Visvaldas Kulbokas, expresó su dolor ante los medios vaticanos:
“Comienza la Semana Santa y sólo nos queda acudir al Señor para que nos defienda, pues parece que ninguna otra fuerza es capaz de proteger la paz y la vida”.
Este ataque se suma al bombardeo ocurrido hace apenas una semana en Kryvyi Rih, ciudad natal del presidente Volodímir Zelensky, donde murieron unas 20 personas, incluidos 9 niños.
Zelensky condenó el nuevo atentado, calificándolo de un acto “contra la vida cotidiana”, mientras que la Unión Europeay la OTAN señalaron que el ataque constituye otro crimen de guerra ruso.
En medio de la devastación, la comunidad internacional reitera su respaldo a Ucrania, en lo que se perfila como una Semana Santa marcada por el luto y la desesperación.