La visita oficial de Marco Rubio, secretario de Estado de EE.UU., a México puso sobre la mesa tensiones comerciales que amenazan con escalar en la relación bilateral. Washington pidió a la presidenta Claudia Sheinbaum revisar y eliminar medidas que, a su juicio, contravienen el T-MEC, particularmente la política energética que prioriza a CFE y Pemex.
Rubio presentó un paquete de 57 observaciones elaboradas por la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. (USTR), donde se incluyen críticas a restricciones en agricultura, salud, telecomunicaciones y propiedad intelectual. Entre los puntos señalados destacan: demoras en permisos sanitarios, obstáculos a biotecnológicos, prohibiciones a maíz y algodón transgénico, inconsistencias aduaneras, piratería digital y el control estatal del litio.
Al mismo tiempo, ambos gobiernos anunciaron un Grupo de Alto Nivel en Seguridad Fronteriza, con compromisos para combatir túneles clandestinos, tráfico de drogas y armas, robo de combustible y flujos financieros ilícitos. Sheinbaum subrayó que la cooperación será “sin subordinación”, bajo el principio de soberanía y responsabilidad compartida.
El tema energético sigue siendo el punto más conflictivo: mientras EE.UU. lo considera una barrera al libre comercio, México lo defiende como parte de su derecho soberano a decidir sobre sus recursos estratégicos. La presión aumenta ante una eventual renegociación del T-MEC, donde Washington podría usar la amenaza de sanciones y aranceles como herramienta de presión.