El ahorro es clave para el bienestar económico de los hogares, ya que además de cubrir necesidades inmediatas, permite invertir en educación, salud, cuidados y vivienda. La información acerca del ahorro en México ayuda a comprender cómo las diferentes generaciones, hombres y mujeres, así como los distintos niveles de ingreso participan en el ciclo de acumulación y gasto, con implicaciones para el diseño de políticas fiscales y de protección social.
En ese contexto, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), analizó la capacidad de ahorro de las familias mexicanas, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024. El estudio revela desigualdades en la capacidad de generar, utilizar y ahorrar recursos.
En el documento ‘El ahorro en México. Otra brecha por cerrar’, el CIEP refiere que, los hombres concentran el 62% del ingreso y prácticamente la totalidad del ahorro nacional (101%), mientras que las mujeres concentran el 38% del ingreso y registran un nivel cercano al cero (-1%) en el ahorro. En particular, las mujeres de los deciles I-V presentan déficit a lo largo de su vida. A esto se suma que gran parte de la actividad económica de las mujeres (trabajo doméstico y de cuidados no remunerado) no está cuantificada.
La desigualdad en el ahorro también se evidencia por nivel de ingreso. El 10% de los hogares con mayores recursos concentra el 43% del ahorro, mientras que la mitad con menores recursos alcanza el 8%. En particular, el 20% de los hogares con menores ingresos registraron hasta un 27.4% de sus recursos en desahorro, lo que resalta la necesidad de incrementar sus capacidades productivas y su inserción en el sector formal.
Frente a este panorama, el CIEP identifica tres retos de política pública prioritarios: reducir la brecha de género en la capacidad de generar ingresos y ahorro mediante la inserción laboral formal, igualdad salarial y redistribución de tareas no remuneradas; fortalecer el ahorro de los hogares con menores ingresos mejorando sus capacidades productivas para ampliar su inversión en educación, salud y vivienda; y asegurar transferencias intergeneracionales suficientes para garantizar un retiro digno y la cobertura de necesidades de menores y personas adultas mayores, equilibrando la protección social con la sostenibilidad fiscal.
Incorporar la perspectiva generacional en el análisis económico es esencial para entender las desigualdades en el ahorro que revela la ENIGH 2024, así como para diseñar políticas que fortalezcan los ingresos y el ahorro de los hogares más vulnerables, reduciendo las brechas por género y etapa del ciclo de vida.