El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos plantea retos complejos para México, pero también abre nuevas oportunidades estratégicas. Entre sus prioridades destacan el combate al tráfico de fentanilo desde México, frenar la influencia china en la región y la deportación masiva de migrantes indocumentados.
Claudia Sheinbaum, presidenta de México, enfrenta un delicado dilema: seguir las políticas de Andrés Manuel López Obrador, basadas en evitar confrontaciones con los cárteles y mantener lazos con países socialistas, o adaptarse a las demandas de Trump para proteger las exportaciones mexicanas, vitales para la economía nacional.
A pesar de la aparente asimetría entre ambas naciones, analistas como Gema Kloppe-Santamaría señalan que México tiene herramientas de presión, como su importancia comercial para estados clave como Texas y California, y su papel estratégico en temas de migración y seguridad.
En este contexto, el equipo de Sheinbaum, liderado por figuras experimentadas como Marcelo Ebrard, ha adoptado medidas preventivas, como incautaciones récord de fentanilo, redadas contra productos pirata e impuestos a importaciones chinas. Asimismo, México ha fortalecido su relación con Canadá, buscando una estrategia conjunta para lidiar con la presión de Trump en los próximos años.
Aunque el panorama luce incierto, México explora nuevas rutas para aprovechar las oportunidades que surjan en este complejo escenario.