El planeta ha alcanzado un punto crítico en su equilibrio ecológico: cerca del 80% de los corales del mundo están muriendo, alertan expertos internacionales. Los arrecifes, considerados los “bosques submarinos” por su papel vital en la vida marina, enfrentan una crisis sin precedentes provocada por el aumento de la temperatura global, la contaminación y la acidificación de los océanos.
Estas estructuras vivas, formadas por diminutos organismos en simbiosis con algas, sostienen a millones de especies marinas y protegen las costas de la erosión. Sin embargo, el blanqueamiento coralino —fenómeno en el que los corales expulsan las algas que les dan color y alimento— se ha extendido por el Caribe, el Índico y el Pacífico, dejando tras de sí paisajes submarinos devastados.
Entre 2023 y 2025, el estrés térmico afectó al 84% de los arrecifes del mundo, con reportes de blanqueamiento masivo en más de 80 países. Desde 1950, se ha perdido más de la mitad de la cobertura coralina global. En la Gran Barrera de Coral, en Australia, científicos describen el daño como “cicatrices visibles del cambio climático”.
Pese al panorama alarmante, existen esfuerzos de restauración. En el Caribe mexicano y otras regiones se desarrollan viveros submarinos que cultivan fragmentos de coral para replantarlos en zonas degradadas. Aunque estos proyectos ofrecen esperanza, los expertos advierten que la recuperación será imposible si no se reducen las emisiones contaminantes y la sobreexplotación de los mares.
Los corales no solo son el hábitat de miles de especies: también son esenciales para el equilibrio del planeta. Su deterioro es un recordatorio de que la salud del océano está directamente ligada a la supervivencia humana.