En los países emergentes, el crecimiento económico sostenible podría estar en manos de un sector frecuentemente ignorado: la economía informal. Desde pequeños comerciantes hasta recicladores, millones de personas sostienen sus comunidades fuera del marco regulado, creando empleos a un ritmo mucho mayor que el sector formal.
Ejemplos como el de Kenia, donde el 83% de la población laboral trabaja en la informalidad, muestran cómo estas actividades aportan hasta el 24% del PIB. Iniciativas como Wecyclers en Nigeria y MESH en África están transformando vidas al ofrecer acceso a crédito, capacitación y tecnología, fortaleciendo a mujeres y jóvenes.
El reto, según el Foro Económico Mundial, es integrar este motor económico en la agenda de desarrollo global. Para lograrlo, se necesita una colaboración real entre gobiernos, empresas e iniciativas locales que permita acceso inclusivo al capital, protección de derechos laborales y políticas que reconozcan el valor de estos trabajadores.
Incluir al sector informal en la visión del futuro del trabajo no es solo justo: es necesario para una economía más equitativa, innovadora y sostenible.
Imagen: Unsplash/Nathan Cima