En la búsqueda de nuevas herramientas para mejorar la salud mental de los animales, la ciencia ha comenzado a explorar un terreno tan prometedor como polémico: el uso de psicodélicos en perros que padecen ansiedad, estrés o depresión. Investigadores sugieren que microdosis de ciertas sustancias podrían ayudar a regular el comportamiento y el bienestar emocional de las mascotas, siempre bajo un estricto marco ético y científico.
El bienestar animal, según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), depende de que los animales vivan libres de hambre, miedo, dolor y angustia, y puedan expresar comportamientos naturales. Sin embargo, especialistas advierten que el sufrimiento emocional en los perros, especialmente aquellos que viven largos periodos en refugios o padecen ansiedad por separación, es un fenómeno real y complejo que también debe ser atendido.
Los tratamientos convencionales, como los antidepresivos o ansiolíticos de uso veterinario, suelen tardar semanas en mostrar resultados y no siempre son efectivos. Por ello, algunos investigadores analizan el potencial de los psicodélicos en microdosis, que podrían reducir la ansiedad sin generar efectos alucinógenos. Estudios observacionales preliminares apuntan a mejoras en la regulación emocional y la conducta, especialmente cuando los animales viven en entornos de afecto y estabilidad.
No obstante, el uso de estas sustancias plantea dilemas éticos y científicos: ¿es moral alterar la conciencia de un animal con fines terapéuticos? ¿Cómo medir el beneficio subjetivo en una especie que no puede comunicarlo verbalmente?
Expertos en comportamiento animal coinciden en que el bienestar debe entenderse más allá de la ausencia de sufrimiento. Reconocer que los animales tienen una vida mental compleja abre la puerta a un cambio de paradigma: su bienestar también podría implicar la posibilidad de experimentar placer, calma y conexión emocional.
Por ahora, los estudios sobre psicodélicos en animales permanecen en etapas iniciales, pero el debate ya ha comenzado. Si la ciencia logra demostrar seguridad y eficacia, estos tratamientos podrían transformar la forma en que entendemos y cuidamos la mente animal.