Florida podría convertirse en el primer estado de Estados Unidos en eliminar por completo los requisitos de vacunación, incluidos los que se aplican a los niños en edad escolar. La medida fue anunciada por Joseph A. Ladapo, cirujano general del estado, acompañado del gobernador Ron DeSantis, quien ha mantenido posturas cada vez más cercanas al movimiento antivacunas desde la pandemia.
“¿Quién soy yo para decirte lo que tu hijo debe meterse en el cuerpo? Tu cuerpo es un regalo de Dios”, declaró Ladapo durante un acto en Valrico, Florida, donde aseguró que su administración trabajará para “acabar” con todos los mandatos de vacunación.
El anuncio llega en un contexto en el que Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud del presidente Donald Trump, ha impulsado en el ámbito federal una agenda contraria a las políticas de vacunación obligatoria, provocando choques en agencias como los CDC.
Actualmente, los 50 estados de EE. UU. mantienen requisitos básicos de inmunización escolar —con exenciones médicas, religiosas o personales—, lo que ha permitido durante décadas controlar enfermedades como sarampión, paperas, rubéola o varicela. En Florida, la legislación estatal establece que los niños deben cumplir con estos esquemas de vacunación para poder ingresar a clases.
Sin embargo, Ladapo afirmó que el Departamento de Salud de Florida iniciará el proceso para eliminar las normas, aunque reconoció que será necesaria la participación de la Legislatura estatal.
La iniciativa ya generó fuertes críticas. El senador republicano Bill Cassidy, presidente del comité de salud del Senado, calificó la propuesta como “terrible para la salud pública”, advirtiendo que podría derivar en brotes escolares de enfermedades prevenibles.
Médicos como Lisa Gwynn, expresidenta de la Academia Americana de Pediatría en Florida, subrayaron que no se trata solo de decisiones individuales, sino de proteger a ancianos, inmunodeprimidos y a la comunidad en general.
Florida, uno de los estados con mayor población de adultos mayores en el país, enfrenta ahora un debate que podría cambiar de raíz la política nacional de vacunación, con implicaciones no solo médicas, sino también políticas, en el marco de la reconfiguración sanitaria impulsada por Trump y sus aliados.