La columna de Fabrizio Mejía Madrid en SinEmbargoMx,conecta tres símbolos —la convocatoria de una autodenominada “Generación Z”, el sombrero del alcalde asesinado Carlos Manzo y el gesto desafiante de empresarios como Ricardo Salinas— para leer las recientes movilizaciones y la violencia en Michoacán como un nudo de desinformación, oportunismo y conflicto político. Mejía advierte que la etiqueta generacional puede ocultar clases sociales y agendas ajenas, y que en México se mezclan protestas auténticas con actores que buscan instrumentalizar la rabia social.
El autor cuestiona la legitimidad y profundidad del manifiesto del grupo llamado Generación Z: lo considera superficial, ajeno a los programas sociales y transformaciones del país, y fácilmente manipulable por viejas redes políticas. También contextualiza la violencia posterior al asesinato del alcalde de Uruapan —la toma y los ataques en Morelia y Apatzingán— como actos con participación de grupos vinculados a la oposición tradicional y al crimen organizado, que aprovechan el momento para construir narrativas de “Estado fallido”.
Mejía añade que la reacción de figuras como Salinas Pliego y de voces extranjeras que piden “intervención” o sacan raja política contribuye a la polarización. Advierte del riesgo de una estrategia de desestabilización que mezcle protesta callejera, operaciones de redes sociales y la expectativa de una intervención externa. Para el autor, la salida política pasa por el debate electoral y la renovación interna de los partidos, no por la violencia ni por la fabricación de mayor caos.
El texto interpela a jóvenes, partidos y medios: pide leer con cuidado qué intereses mueven símbolos y mascarillas, y distinguir entre reclamos legítimos y operaciones políticas. Frente a la complejidad, la columna reclama responsabilidad informativa y la búsqueda de soluciones institucionales a la inseguridad y la desafección social.
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