Ucrania lanzó una de sus operaciones más audaces desde el inicio de la guerra: atacó cinco bases militares dentro de territorio ruso y destruyó más de 40 aviones, incluyendo bombarderos con capacidad nuclear. Apoyada por el servicio secreto británico MI6, esta ofensiva sin precedentes golpeó instalaciones en Múrmansk, Irkutsk, Ivánovo, Riazán y Amur.
Según el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), la “operación especial a gran escala” habría dejado fuera de combate el 30% de la flota de bombarderos estratégicos rusos. Entre los aviones alcanzados se encuentran modelos como el Tu-22M3, Tu-95 y A-50, todos claves para la estrategia aérea del Kremlin.
Apodada Operación Telaraña, esta maniobra fue planeada durante 18 meses y supervisada personalmente por el presidente Volodímir Zelenski. El ataque se realizó mediante drones FPV escondidos en techos de cabinas móviles de madera transportadas en camiones. En el momento preciso, los drones fueron liberados de forma remota para impactar las bases aéreas rusas.
El golpe ha sido calificado como un “Pearl Harbor ruso” por algunos analistas militares, debido a su impacto inesperado y devastador. Los daños para Rusia se estiman en más de 2 mil millones de dólares, en lo que podría representar el mayor revés para su aviación desde el inicio del conflicto.