El cineasta mexicano Guillermo del Toro estrenó su esperada adaptación de Frankenstein en el Festival Internacional de Cine de Venecia, donde recibió una ovación de pie que se prolongó por cerca de 13 minutos, un reconocimiento que confirma el impacto de su propuesta artística.
Durante la presentación, Del Toro explicó que su lectura de la novela de Mary Shelley no busca reforzar el cliché del terror, sino acercarse a la dimensión más humana y emotiva de la criatura: “Una película que dice que sólo los monstruos juegan a ser Dios no podría llegar en un mejor momento. Ser sentimental en la actualidad es el nuevo punk”, afirmó.
El director recordó cómo desde niño encontró en la figura de Boris Karloff, intérprete del monstruo en la cinta de 1931, la representación de un santo o un mesías. Con esa inspiración, su versión retrata a un ser rechazado por todos, incluso por sí mismo, en una historia marcada por el dolor, la soledad y el anhelo humano de amor y pertenencia.
Oscar Isaac interpreta a Victor Frankenstein, mientras que Jacob Elordi da vida a la criatura. Para Del Toro, el proyecto también tuvo una carga personal: “Si la hubiera hecho antes de los 40, la habría contado desde la mirada de un hijo. Hoy la hice como padre. En el camino se aprende y entendí que las cosas suceden cuando tienen que suceder”.
Fiel a su estilo, el director de La forma del agua y Pinocho vuelve a dar voz a los marginados, a aquellos seres incomprendidos que, bajo su mirada, se transforman en metáforas de lo humano. Su Frankenstein se presenta como una fábula gótica profundamente actual, donde la compasión y la humanidad se imponen sobre el miedo.