Bajo el suelo mexicano yace una fuente de energía limpia, inagotable y con un potencial económico incalculable. Se trata del hidrógeno geológico, conocido también como “petróleo verde”, una forma de hidrógeno que se genera de manera natural en las profundidades terrestres, sin intervención humana.
Este recurso se produce por una reacción química entre el agua y el hierro en estado de oxidación, un proceso que ocurre cerca de grietas tectónicas y que genera reservas enormes de este gas. A diferencia del petróleo y el gas, el hidrógeno geológico se regenera constantemente y no emite contaminantes, lo que lo convierte en una alternativa sostenible para la transición energética global.
México en la carrera mundial por el hidrógeno geológico
El Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, ha sido identificado como una de las zonas con mayor potencial para la explotación de este recurso en el país. Empresas internacionales ya han puesto la mira en México, con inversiones millonarias para desarrollar infraestructura que permita extraer y comercializar este hidrógeno.
En 2023, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció una inversión de 10 mil millones de dólares para la producción de hidrógeno verde en Oaxaca, en colaboración con una empresa danesa cuyo nombre aún no se ha revelado. Este proyecto refuerza el interés global en convertir a México en un referente en la producción de energías limpias.
Un potencial energético sin precedentes
Las estimaciones apuntan a que la Tierra alberga hasta 150 billones de toneladas de hidrógeno geológico, una cantidad capaz de satisfacer la demanda energética global por siglos. Tan solo mil millones de toneladas de este gas podrían abastecer las necesidades de Estados Unidos durante un año.
Empresas de países como Estados Unidos y Australia ya están perforando en busca de estos depósitos, y con la estrategia adecuada, México podría convertirse en un actor clave en la producción y comercialización de esta fuente de energía revolucionaria.