Tras un mes de debates en el Vaticano, la Iglesia católica deja “abierta” la posibilidad de ordenar mujeres, aunque aún sin decisiones definitivas sobre el sacerdocio femenino. El documento final, aprobado por el papa Francisco, enfatiza que “la reflexión debe continuar” y reconoce que las mujeres enfrentan obstáculos para obtener mayor reconocimiento en sus roles dentro de la Iglesia.
Actualmente, el diaconado —un ministerio que permite realizar bautizos, bodas y funerales, pero no oficiar misa— es exclusivo para los hombres. Sin embargo, el documento resalta que “no hay ninguna razón ni obstáculo” para que las mujeres puedan asumir roles de liderazgo, aunque no especifica cuáles podrían ser esos roles.
Desde el 2 de octubre, 368 miembros, entre obispos, religiosos y laicos de un centenar de países, participaron en la Asamblea General del Sínodo sobre el Futuro de la Iglesia. El debate sobre el papel de las mujeres encontró algunas objeciones, recibiendo 97 votos en contra y 258 a favor en su sección correspondiente. Entre las propuestas se incluye una reorganización en la formación de los sacerdotes y una mayor participación de los laicos, aunque no se abordaron temas sobre la acogida de fieles LGTB+.
En un gesto inusual, el papa Francisco otorgó un valor oficial a las propuestas del sínodo sin emitir una exhortación apostólica, señalando que el documento proporciona “indicaciones muy concretas” para guiar la misión de la Iglesia en distintos contextos alrededor del mundo.