El desarrollo acelerado de la inteligencia artificial ha permitido generar imágenes, audios y videos con un nivel de realismo tan alto que, en muchos casos, resulta difícil distinguirlos de los contenidos auténticos. Esto ha encendido alertas en México entre artistas, periodistas y usuarios comunes, quienes enfrentan un creciente riesgo de desinformación, suplantación de identidad y afectaciones a su reputación.
Los llamados deepfakes, según el portal educativo LISA Institute, funcionan mediante redes neuronales que analizan rasgos faciales, voz y movimientos para replicarlos con precisión. Aunque son cada vez más avanzados, siguen presentando fallas que permiten identificarlos si se observan con detenimiento.
Entre las señales más comunes destacan los detalles inconsistentes en el rostro o el cuerpo, como piel excesivamente lisa, ojos desalineados, dientes mal definidos o manos deformadas. También pueden encontrarse sombras o reflejos imposibles, movimientos faciales poco naturales o parpadeos casi inexistentes. En entornos generados por IA es usual que los objetos cambien de forma entre cuadros o desaparezcan, mientras que las voces suelen escucharse robóticas o con entonaciones poco variadas.
Otra pista importante es el origen del contenido. Revisar quién lo compartió, en qué contexto y si incluye la etiqueta “Generado por IA” —disponible en plataformas como Instagram, TikTok o X— ayuda a identificar posibles alteraciones. Además, es fundamental verificar si otros medios reportan el mismo hecho o si el perfil que lo difunde es reciente o sin historial.
Para comprobar la autenticidad de un material, se recomienda realizar una búsqueda inversa en Google o TinEye, revisar metadatos cuando estén disponibles o recurrir a detectores especializados como Winston AI, ScreenApp AI Video Detector o Deepware, que analizan patrones forenses para estimar si una imagen o video ha sido manipulado.
Aprender a identificar contenido generado por inteligencia artificial es clave en un entorno donde cada vez surgen más casos de voces clonadas, imágenes adulteradas de figuras públicas y videos falsos que buscan engañar o manipular. La educación digital y la verificación constante se han convertido en herramientas esenciales para proteger la privacidad, el trabajo artístico y la confianza pública.