La flor de nochebuena: símbolo ancestral de México con historia en Guerrero

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Descubre su origen mexica, cómo llegó al mundo y por qué hoy es un orgullo nacional desde el estado de Guerrero

La flor de nochebuena, conocida en náhuatl como cuetlaxóchitl, es una de las plantas más representativas de la temporada navideña en el mundo, pero su origen y simbolismo son profundamente mexicanos. Desde tiempos prehispánicos, esta flor era utilizada por los mexicas en rituales sagrados y representaba pureza, renacimiento y la renovación de la vida.

En la cosmovisión mexica, el color rojo de sus brácteas se relacionaba con la sangre y la energía vital, mientras que su presencia durante el solsticio de invierno la vinculaba al renacer del sol. Además de su carga espiritual, los pueblos originarios la empleaban para obtener tintes y como parte de ceremonias dedicadas a los guerreros caídos.

Con la llegada de los españoles, la nochebuena adquirió un nuevo significado dentro de la tradición cristiana. En el siglo XVII, monjes franciscanos de Taxco, Guerrero, comenzaron a usarla en decoraciones navideñas, integrándola lentamente a las celebraciones religiosas.

Su salto al mundo ocurrió en el siglo XIX, cuando Joel Roberts Poinsett, primer embajador de Estados Unidos en México, la llevó a su país, donde más tarde sería cultivada y comercializada de manera masiva bajo el nombre de poinsettia. Desde entonces, su presencia se extendió por el mundo como uno de los símbolos visuales más fuertes de la Navidad.

Hoy, la flor de nochebuena es motivo de orgullo nacional. México es uno de los principales productores y cada 8 de diciembre se celebra su Día Nacional, reconociendo su importancia cultural, histórica y económica. Más allá de su belleza, es una pieza viva del legado indígena y un emblema que conecta a México con las celebraciones decembrinas del mundo.


Foto: Manuel Zamudio

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