La llegada de jugadores de la Selección Mexicana en la Fecha FIFA de octubre destapó un negocio emergente: la reventa de autógrafos.
Grupos organizados cazan firmas en aeropuertos y hoteles, vendiendo camisetas autografiadas por estrellas como Raúl Jiménez o Guillermo Ochoa por hasta 13 mil pesos.
Aunque no es ilegal, los jugadores comienzan a limitar la firma de artículos para frenar este mercado, mientras aficionados y revendedores buscan lucrar con la pasión futbolera.