Lejos de ser cosa del pasado, las llamadas “tormentas del siglo” podrían regresar con más fuerza. Un nuevo estudio liderado por el climatólogo Michael Mann advierte que el cambio climático está intensificando los nor’easters, tormentas invernales que azotan la costa este de Estados Unidos con nieve, viento y lluvias extremas.
A través del análisis de más de 900 tormentas desde 1940, los científicos descubrieron que la velocidad del viento ha aumentado un 6%, lo que se traduce en un 20% más de poder destructivo. Además, las precipitaciones han subido un 10%, elevando el riesgo de inundaciones y cortes de electricidad.
Aunque el calentamiento global podría reducir la frecuencia de estas tormentas, las pocas que ocurran serían más explosivas y peligrosas. El rápido derretimiento del Ártico, al disminuir el contraste térmico, podría favorecer este tipo de eventos extremos.
Ciudades como Nueva York, Boston, Filadelfia o Washington D.C. están en la zona de impacto, pero muchas de ellas no están preparadas. Expertos advierten que los modelos actuales de riesgo no consideran la nueva intensidad de las tormentas, lo que podría derivar en desastres comparables a grandes huracanes.
Además, el estudio revela una paradoja: aunque los inviernos se acortan, los episodios de frío extremo seguirán ocurriendo y podrían ser más violentos. En resumen, el calentamiento global no solo trae calor, también tormentas de nieve más intensas.