Mientras los turistas disfrutan de exquisitas langostas servidas en lujosos restaurantes frente al mar Caribe, los pescadores locales de Puerto Morelos enfrentan una doble amenaza: piratería pesquera y contaminación por microplásticos.
Wired en Español, publicó que los integrantes de las cooperativas pesqueras denuncian que embarcaciones foráneas pescan fuera de temporada sin consecuencias, afectando directamente las reservas marinas y reduciendo las posibilidades de captura para quienes sí respetan las vedas.
“Nosotros salimos a buscar la langosta buena para los turistas, pero a veces no sacamos nada, o lo poco que traemos está contaminado”, comentó uno de los pescadores entrevistados. Las jornadas son largas, los riesgos altos, y las ganancias inciertas.
El problema ambiental no es menor. Los microplásticos abundan ya en las especies marinas, afectando la cadena alimenticia. Mientras la langosta de exportación se destina a restaurantes turísticos, los propios pescadores terminan comiendo pescado contaminado.
Paradójicamente, son estos pescadores quienes más han desarrollado un sentido de respeto por el mar, siguiendo regulaciones y promoviendo la pesca sustentable. Sin embargo, denuncian que las autoridades no aplican con firmeza las leyes contra quienes depredan sin control.
La desigualdad en el Caribe mexicano se vuelve evidente: lujos para los visitantes, toxicidad para quienes habitan y trabajan en la región. El caso de Puerto Morelos es solo un reflejo de una problemática más profunda: la necesidad urgente de equilibrar desarrollo turístico, justicia ambiental y respeto a las comunidades locales.
Imagen de ZN con IA