A finales del siglo XIX, varias ciudades de Estados Unidos aprobaron las llamadas “leyes feas”, que prohibían la presencia en espacios públicos de personas consideradas “enfermas, mutiladas o deformes”. Estas normas, aplicadas en lugares como San Francisco, Chicago y Portland, buscaban “eliminar la fealdad de las calles”, pero en la práctica sirvieron para expulsar a pobres, mendigos y personas con discapacidad.
Las sanciones incluían multas y cárcel, obligando a muchos a vivir en asilos o instituciones de beneficencia. Aunque dejaron de aplicarse en el siglo XX, no fueron derogadas oficialmente hasta la década de 1970. Expertos señalan que su objetivo real era ocultar la pobreza y controlar quién podía ocupar el espacio público.
Aunque hoy son ilegales, sus efectos persisten en medidas más sutiles que limitan la presencia de indigentes en zonas céntricas.