El Papa Francisco estuvo al borde de la muerte debido a la neumonía que lo mantuvo hospitalizado por más de cinco semanas, reveló el jefe del equipo médico que lo atendió.
Sergio Alfieri, cirujano general del hospital Gemelli en Roma, explicó que el pontífice, de 88 años, sufrió cuatro crisis respiratorias graves. La más crítica ocurrió el 28 de febrero, cuando inhaló su propio vómito, lo que agravó su condición.
“Sabíamos que la situación era muy delicada y existía el riesgo de que no lo lograra”, dijo Alfieri al diario Corriere della Sera.
Ante la gravedad, los médicos enfrentaron un dilema: suspender el tratamiento y dejar que su estado siguiera su curso, o seguir adelante con todos los recursos disponibles, aun con el riesgo de afectar otros órganos.
El equipo decidió continuar tras la insistencia de la enfermera personal del Papa, Massimiliano Strappetti, quien pidió: “Prueben todo, no se rindan”.
Francisco era plenamente consciente de la gravedad de su estado y aceptó los riesgos del tratamiento. “Vimos a un hombre que sufría, pero que quería conocer la verdad sobre su condición”, relató Alfieri.
El Papa sufrió otro episodio grave mientras comía, volviendo a inhalar su vómito, lo que aumentó la presión en sus pulmones. Sin embargo, el 10 de marzo, los médicos confirmaron que ya no estaba en peligro inminente.
Desde entonces, ha mostrado signos de mejoría e incluso organizó una cena para el personal médico que lo atendió. Actualmente, convalece en Casa Santa Marta, en el Vaticano, donde deberá continuar su tratamiento al menos dos meses.
Imagen de ZN con IA
