Por: Staff.
Es un momento crucial en la historia de Acapulco, un lugar que es hogar para muchos de nosotros y que ha sido testigo de la belleza y la fuerza de la naturaleza. Hace poco, nuestra querida ciudad sufrió el embate del huracán Otis, un evento que no solo dejó una estela de destrucción material y pérdidas humanas dolorosas, sino también un daño ambiental incalculable.
La magnitud de la tragedia que hemos enfrentado no puede ser subestimada. Los vientos destructores y las lluvias torrenciales del huracán Otis dejaron cicatrices en nuestro entorno natural que, en muchos casos, tomarán décadas o incluso siglos para sanar. La vegetación, los ecosistemas marinos y terrestres, y la biodiversidad que son esenciales para la salud de nuestro planeta y la prosperidad de nuestra comunidad, han sufrido un golpe devastador.
La necesidad de actuar es imperativa. Como ciudadanos conscientes de nuestra responsabilidad hacia el medio ambiente y las generaciones futuras, es nuestro deber restaurar y reconstruir el entorno natural que ha sido tan gravemente afectado. El tiempo apremia, y debemos tomar medidas significativas para preservar y proteger lo que queda y, en la medida de lo posible, revertir el daño causado por el huracán.

Nuestros líderes y representantes gubernamentales, deben liderar el cambio, o por lo menos intentarlo. En el próximo presupuesto del gobierno para el año 2024 se debe considerar asignar una parte significativa de los recursos extraordinarios disponibles para la reconstrucción del medio ambiente afectado por el huracán Otis. Esto no solo implica la restauración de la vegetación y la biodiversidad, sino también la implementación de medidas de adaptación y mitigación que fortalezcan nuestra resiliencia frente a eventos climáticos extremos en el futuro.
La inversión en la restauración del medio ambiente no solo es un acto de responsabilidad hacia el ecosistema que sustenta nuestra vida, sino también una inversión en nuestro propio bienestar y el de las generaciones venideras. La recuperación de nuestros paisajes naturales y la protección de nuestra biodiversidad son esenciales para la salud de nuestras comunidades, la economía local y la calidad de vida de todos los habitantes de Acapulco.

En este momento de desafío, debemos unir fuerzas y mostrar la resiliencia y la determinación que caracterizan a nuestra comunidad.
No esperemos a que la historia se repita, los representantes gubernamentales deben priorizar la restauración ambiental en el presupuesto de 2024, no solo limpiar las vialidades y las colonias por su consecuencia, no solo en términos de infraestructura, sino también en términos de su entorno natural.
Es hora de construir un Acapulco más fuerte y más sostenible. La historia nos espera.