Una técnica antigua está conquistando a los amantes del café: añadir una pizca de sal. Este truco, usado en países como Turquía o Vietnam, ayuda a reducir el amargor sin necesidad de azúcar.
Solo basta con la punta de un cuchillo por taza para notar el cambio. La sal bloquea parcialmente los receptores del sabor amargo en la lengua, lo que realza las notas dulces y tostadas, especialmente en cafés económicos o muy tostados.
Además, puede disminuir la acidez, lo que lo hace más tolerable para estómagos sensibles, y mejora la hidratación en dosis mínimas. Eso sí, no se recomienda para personas con hipertensión o problemas renales.
Este truco sencillo mejora el sabor del café y puede ayudarte a dejar el azúcar sin sacrificar el gusto. Solo recuerda: la clave está en la moderación.
¿Te atreves a probarlo?
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