El caso de Paloma Nicole Arellano, una adolescente de 14 años que murió tras una cirugía estética en Durango, encendió las alertas sobre los vacíos legales en México respecto a estos procedimientos en menores de edad. Actualmente, la ley no establece una edad mínima para realizar intervenciones estéticas, lo que deja abierta la puerta a prácticas riesgosas y mal reguladas.
Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS), México ocupa el octavo lugar mundial en operaciones de aumento de busto en menores de 18 años. Aunque a nivel global estas intervenciones han disminuido, especialistas advierten que en el país aún existe alta demanda entre adolescentes influenciadas por estándares de belleza en redes sociales.
El cirujano plástico Óscar Gustavo Díaz Moya, de la UNAM, alertó que los implantes en adolescentes pueden implicar múltiples operaciones a lo largo de su vida y riesgos como infecciones, rechazo o incluso cáncer asociado a la presencia prolongada de implantes. Por su parte, el cirujano pediátrico Roberto Damián Negrete subrayó que estos procedimientos deberían prohibirse en cuerpos en desarrollo y que deben incluir evaluación psicológica previa para evitar casos de dismorfia corporal.
Juristas y médicos coinciden en que el problema radica más en la falta de vigilancia que en la ausencia de leyes. Aunque la Ley General de Salud exige que las cirugías sean realizadas por especialistas certificados en lugares autorizados, su aplicación es deficiente. Además, el consentimiento informado recae en los padres o tutores, lo que puede prestarse a abusos cuando no hay una evaluación de madurez emocional del menor.
Ante estos casos, legisladores en el Senado y congresos locales impulsan reformas para prohibir las cirugías estéticas en menores de edad, salvo por razones médicas. “Una ley no evita muertes, pero el cumplimiento estricto de los protocolos sí puede salvar vidas”, señaló el abogado y pediatra Eduardo Almanza.