El pasado miércoles, una tragedia sacudió a Chiapas cuando elementos del Ejército Mexicano dispararon contra una camioneta que transportaba a 33 migrantes de diversas nacionalidades. Como resultado, seis personas perdieron la vida y nueve resultaron heridas. La Fiscalía General de la República informó que los fallecidos recibieron disparos en la espalda, cabeza y extremidades, con balas calibre 5.56×45 mm, disparadas desde fusiles reglamentarios del Ejército.
El incidente tuvo lugar en la carretera costera entre Villa Comaltitlán y Huixtla, cuando un presunto traficante de migrantes intentó evadir un retén militar, provocando una persecución. Los soldados aseguraron haber escuchado detonaciones, lo que los llevó a disparar contra el vehículo. La persecución culminó cuando el conductor, en su intento por escapar, perdió el control y volcó, ocasionando más lesiones a los migrantes.
Las víctimas fatales incluían migrantes de Honduras, Perú, Egipto y El Salvador. Los heridos fueron atendidos en hospitales locales, algunos en estado grave. Este hecho ha generado indignación y llamado la atención sobre la situación de los migrantes en su trayecto por México, y las condiciones en las que enfrentan los operativos de seguridad.